Terra Incognita

Una blog de creación literaria, sesgada hacia la Fantasía © Ignacio Egea Rodríguez 2.004


Hágase la luz.

Este es ahora nuestro hogar. Frio y desolado, al principio añorábamos el esplendor y las luces brillantes, y los fuegos de la tecnología. En esta corteza semigélida, en esta atmósfera tenue, tan expuesta a las radiaciones del espacio, tan fina que se ven las estrellas desveladas, casi como en el vacío, nos hemos visto obligados a buscar refugios subterráneos. Huimos del frío, del enemigo y de la guerra.

Hacinamiento y hambre, los primeros años. Precarias ciudadelas bajo la superficie, atesorando el escaso calor geotermal. Pequeños viajes de exploración, en cortos radios alrededor de las entradas de nuestras ciudades. Sin vida. y el frío cada vez más intenso, y el calor de este planeta moribundo que se extingue. Y el largo sueño.

Siglos de duermevela. Maquinas que nos cuidan en su vigilia de autómatas. La energía, incluso así reducida, que se desvanece poco a poco. Y de repente un ping que nos estremece en sueños, la alarma que avisa de un hecho largo esperado, pero sorprendente.

Hasta en un infierno helado como este, la vida se abre camino. Exóticas reacciones químicas, lentas, torpes, inexplicablemente frías. Las máquinas prosiguen su vigilia. La evolución recorre su largo y ciego camino. Y dormimos, y esperamos.

Tanto, tanto tiempo. Ocasionales averías, la incertidumbre inevitable, la entropía, diezma nuestro número. Con un ojo abierto, a duras penas, seguimos el proceso. Y el discurrir del tiempo, tantas veces adverso, nos depara ocasionales ventajas.

El Sol madre de este guijarro helado gana poco a poco en resplandor mientras avanza a su madurez. Ocasionales, pero intensos periodos de vulcanismo, se aunan a esto para crear periodos un poco más benignos. Despertamos del todo por primera vez en eras, y sobre las extensiones más calientes de la corteza, los supervivientes de este largo viaje a través del tiempo, nos reunimos y decidimos.

Pronto este mundo volverá a ser completamente hostil, y poco a poco nos extinguiremos. La opción está tomada. En un breve periodo de derroche, invertiremos las energías que nos hubieran permitido subsistir en letargo hasta el fin de este Sol. Abocados a un fracaso a la larga, nos jugaremos ahora el todo por el todo. Y nuestras armas serán las mentes.

Manipularemos la evolución de la vida en este mundo. Especies exóticas, pero prometedoras a su manera, pueden ser dominadas e impulsadas hacia un embotado y premioso grado de inteligencia. Hacia la tecnología. Hacia la capacidad energética que nos libere. Entraremos en sus mentes, liberaremos la llama de su sabiduría, y ellos liberarán para nosotros el fuego nuclear que no sabemos administrar por nosotros mismos en este entorno. Encontrarán alguna manera, porque para la vida nada es imposible. Y tal vez entonces este mundo nos será más fértil, y prosperaremos, y volveremos al espacio.

¡Tan cerca de la consumación de los tiempos, tener que fracasar ahora!. Tras tanto tiempo de dominio de estos seres, ser descubiertos por el enemigo. ¿O hay un traidor entre nosotros? ¿Es uno de nosotros el que trata de conseguir el dominio de las mentes de todas estas razas? Como un virus informático, los nuevos protocolos de comunicación que hacen a estas mentes insensibles a nuestro dominio se extienden. Si hubiéramos podido preverlo, aislar el foco de introducción... Pero estábamos tan confiados, casi al final de nuestro proyecto, sólo apenas atentos a ataques externos. ¿Quién podía prever que el caballo de troya aparentaría ser tan sólo otra más de esas criaturas? ¿de qué forma trucaron todo el entorno para que recibiera semejante ayuda?

Nuestros cálculos indicaban que estas nuevas mentes, bajo nuestro estímulo, sólo hubieran tardado unas cuantas generaciones en resolver el problema de la fusión nuclear en este ambiente frío y sin presión, de una forma que nosotros no hemos sospechado, cegados por el calor de nuestro origen. En unos siglos, hubiéramos visto la corteza fundida en magma. Tal vez incluso el Sol inducido a nova. Flujos de energía y prosperidad, y confort, y futuro. Y ahora, el fracaso.

Nuestros lazos con las mentes superficiales se cortan. Uno a uno, nos preparamos para una muerte fría y estéril, lenta en algunos casos, rápida y provocada por la desesperación en otros. ¿De qué sirve empeñarse en una supervivencia sin objetivo? Yo decido ingeniar modos de sobrevivir, me hundo aún más profundo en el exangüe calor geotermal y espero. sospecho que el que ha liberado estas razas de nuestra influencia es uno de nosotros, que ha decidido no compartir el nuevo futuro. O si no, aún así tal vez tenga nuestros mismos objetivos, y en unos pocos siglos millones de megatones de energía fundan los hielos y las piedras de la corteza, y pueda salir de mi refugio, que si no, se convertirá en mi tumba.

Y mientras me hundo en un sopor vigilante, con los últimos restos de mi equipo de comunicaciones, capto fragmentos de los nuevos protocolos circulantes que cortan mis últimos haces de control con la superficie:

"He aquí mi siervo, a quien he escogido;
Mi Amado, en quien se agrada mi alma;
Pondré mi Espíritu sobre él,
El reino de los cielos se ha acercado.
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios;
sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella."

¿Habrá un futuro de luz para mí?

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