-Es inevitable. La trayectoria de nuestro planeta errante nos lleva a colisionar con la Tierra en poco más de dos siglos. No puede hacerse nada para evitarlo.
-Sí puede hacerse. Es duro, y colisiona con toda la ética de la que nos orgullecemos, pero es ridículo que sean dos mundos los que desaparezcan sin dejar ni rastro de su existencia. Preparad el lanzamiento.
A muchos repugnó la idea; se hizo de forma semiclandestina, y cuando algunos presionaron para dar marcha atrás ya era tarde. El artefacto robótico viajó por el espacio profundo durante años, orientado a un Sol que al principio sólo era una estrella particularmente brillante. Llegó al fin a la Tierra, e invisible al radar desde la órbita, desplegó las antenas y el resto de aparatos, dispuesto a iniciar una misión sin precedentes, prohibida hasta entonces por todas las leyes de aquella antigua raza.
-Saludos, gente de la Tierra.- La voz hablaba en todos los idiomas, ocupó todas las emisoras de radio y televisión, pudo oirse hasta en los teléfonos móviles y los auriculares de los walkman, y hasta quedó depositada en los discos duros y los millones de cintas vírgenes de los estantes de los supermercados.- Éste es el saludo de una antigua raza que lanzó naves a las estrellas cuando vuestros antepasados aún no hablaban. Por un millón de años y más hemos navegado con nuestro mundo por el espacio, rehuyendo el contacto con todas las demás especies inteligentes por razones éticas difíciles de resumir, pero que podríais entender expresados en dos lemas: "No violencia" y "No interferencia".
"Pero un momento de grave adversidad nos obliga a adoptar posturas que no hubiéramos entendido antes. Hace unas décadas descubrimos que nuestro mundo y el vuestro estaban abocados a un choque que causaría la destrucción de ambos. Debéis comprender que no nos ha quedado más remedio. Cuando oigáis este mensaje, nosotros ya habremos muerto y nuestro mundo habrá saltado en pedazos, reducido a escombros finos que, calculamos, serán dispersados por el viento solar y la influencia de los otros planetas de vuestro sistema de modo que no os amenace. Este es un mensaje de despedida de una raza de cuya existencia no hubiérais sabido nunca, y encriptado en él va todo un tesoro de datos sobre nuestra naturaleza y nuestra cultura, protegido por unas claves de dificultad creciente calculadas para que las vayáis descifrando en estados sucesivos de desarrollo matemático y técnico durante los próximos siglos de modo que los datos encontrados no aceleren ni perturben vuestra evolución más allá de lo esencial al hecho de saber que, durante todo este tiempo, no habéis estado solos.
"E incluso esta perturbación nos sabe excesiva, y el causárosla nos ha acarreado graves dilemas. Una raza que está ya más allá del juicio o del reproche se justifica ante vosotros alegando que necesitábamos desaparecer con la sensación de que alguien nos recordaría. No hemos tenido ningún papel en vuestra aparición, pero con este mensaje os nombramos nuestros hijos o herederos, para lo bueno y para lo malo. E igual que en ocasiones agradecéis a vuestros padres el haberos traído al mundo sin consultaros, pero en algunos momentos tenéis que hacer un esfuerzo para perdonárselo, recordadnos en todo lo bueno que tenga esta iluminación que os hace perder la inocencia, pero perdonadnos porque toda luz acaba arrojando sombras, y cuando llegue ese momento, sed indulgentes con el capricho senil de un anciano que no quería morir sin dejar un monumento a su memoria, un epitafio tallado en la única materia preciosa del Universo: la que habla, la que piensa, la que se sabe mortal, y, por eso, perdura.
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