Palpitaba sutil en paisajes sombríos
Suave presencia alada que la razón espanta
me susurró al oído que lo llevara a espaldas
y posado en mi hombro me acompañó el camino
Tan sólo una silueta en el punto del ojo
sin visión funcional, al fin de la retina.
Un canciller profeta asentado en mi hombro
y una caricia aleve que me avergonzaría
si no fuera aliado del singular capricho
que llamo Libertad, e impulsara mis dudas,
y diera alas al ímpetu preguntón e insumiso
que obligara un día a Sócrates a beber la cicuta.
que llamo Libertad, e impulsara mis dudas,
y diera alas al ímpetu preguntón e insumiso
que obligara un día a Sócrates a beber la cicuta.
Etiquetas: Trasuntos
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