-Me alegra que después de tan larga relación epistolar, haya venido a ver mi máquina del tiempo, amigo Aristèe. Aquí la tiene.-Es maravillosa, Alcmène. Pero no se parece en nada a los planos que me mandó.
-Ah, es que está usted viendo el prototipo B. Por ejemplo, los Puluj los he sustituido por esos diminutos "remaches" que ve ahí. Son conmutadores de silicio semiconductor. Mucho más eficientes. Claro que no ha oído hablar de ellos. Se inventarán dentro de unos cincuenta años, que es el límite teórico de mi máquina.
-Maravilloso Ha viajado usted al futuro. Estoy tan ansioso por oirle contar todas esas maravillas que habrá visto...
-No hay mucho que contar, porque no he ido. Mis, digamos, corresponsales del porvenir me hacen envíos. El viaje personal es muy peligroso, porque la máquina no puede moverse de este sitio más allá de un rango de tolerancia muy estrecho en los próximos cincuenta años a riesgo de perder el contacto. Pero claro, compartiendo este espacio hay un riesgo, pequeño, mucho menor que en entornos tridimensionales, de colisión con otros objetos que viajen en sentido contrario. Un riesgo despreciable en un viaje de horas, pero a un hombre de proporciones normales que viajara cincuenta años en el futuro le calculo un ochenta por ciento de posibilidades de morir destrozado.
-Una lástima, amigo Alcmène. Pero aunque el viaje sea imposible, la posibilidad de conseguir información del futuro es tan sugestiva...
-Sí, sin duda. Por ejemplo, acepte esto. Estos garabatos al carboncillo que le he comprado a un pintor muerto de hambre en la Rive Gauche, dentro de cincuenta años valdrán una fortuna.
-¡Es usted encantador, Alcmène! Mis herederos le estarán muy agradecidos, porque yo, a mi edad, y con mi mala salud...
-Oh, no crea, no crea. Y ahora, entre en la máquina. Esto es una pistola, y si no me obedece, le mato. Va a conocer usted las maravillas de la Era Nuclear.
-¡Dios, Alcmène, está usted loco!.¡Me condena a una muerte casi segura, maldita sea!.
-No, no ¿no lo comprende usted? Yo voy a morir dentro de treinta y dos años, y necesito más transistores. Usted es mi corresponsal de los años cincuenta. La penicilina curará su sífilis. Los Picassos le harán rico. No sufrirá ningún daño en mi máquina, porque hace meses que usted mismo me reveló su identidad.
-Si me envía usted allí, no le haré ningún envío, lo juro, maldito lunático. Jamás le perdonaré esto.
-Todo lo contrario. En mi bolsillo tengo una carta suya agradeciéndomelo.
Etiquetas: Canciones de viaje
Una vez más, debo decir que me ha gustado mucho tu narración. Pero incluso quedé con la sensación de una segunda parte... que pasó con el? Podrás contarme algo más?
Saludos!
Hola, A&D. :-)
Perdona si no he contestado antes a tus comentarios: la falta de costumbre, y también que estas bitácoras las tengo sobre todo como "Almacén" (y para divertirme adornándolas con dibujitos) y la interacción la llevo sobre todo en el Grupo usenet es.soc.cultura.teatro
(al que quedas cordialmente invitada)
¡Pero no te asustes mucho por algunas cosas que leas! La tónica del grupo es, sobre todo la experimentación, y el tono que llevamos casi todos los usuarios es fuertemente informal.
Sobre el "ciclo de Alcmène", son hasta ahora siete relatos (uno inconcluso, que se extendió demasiado), de los que se han "publicado" cuatro, y en esta bitácora, tres.
El orden de lectura recomendado, siempre teniendo en cuenta que en una serie de historias de viajes en el tiempo eso no puede ser estricto, lo verás en el índice, o "Sala de mapas" de la bitácora, que está aquí.
Ah, y gracias por leerme y por encontrarlo de tu gusto.
Saludos.
Muchas gracias por haberme contestado! He estado dedicada a trajinar en tu almacén y leerte, y me fui a dar una vueltecita a la(s) dirección(es) que dejaste. Me ha gustado mucho. Acerca del retorno de Alcméne, no pude leerlo. No sé si será un problema temporal o qué, veré si funciona mañana. Ah! Y no te preocupes de que me vaya a "asustar". Mi criterio está lo suficientemente elástico en estos días... jejeje!
Saludos!