Ilustración de Ilene Astrahan
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Le he preguntado, interpelado varias veces. Cada vez que lo hago, me alejo de él tranquilo y satisfecho, creyendo recordar que me ha contestado, que he hablado con él, que no hay nada raro; pero nunca recuerdo sus palabras, porque, realmente, no hablado. Tal vez no pueda, tal vez habitualmente no lo necesite. Es, sin duda, mucho más inteligente que nosotros, pero su disfraz no es perfecto, no puede evitar que yo lo encuentre extraño.
Y lo gracioso es que, de tanto verlo, y cruzarme con él, sin que nunca pase nada alarmante, ya empieza a parecerme familiar, ya no me inquieta. A veces, distraído, lo saludo.
Dian Fossey imitaba a sus sujetos de estudio, masticaba las hojas, emitía sonidos tranquilizadores; quería que se acostumbraran a su presencia, que la consideraran de su especie, para llevar a cabo con más eficacia su trabajo.
No me contestará, o no recordaré respuesta, pero algún día no podré contenerme, y le diré:
¿Por qué me sigues?
¿Por qué nos observas?
Etiquetas: Espejos
Será que quiere entendernos?? Mira que si es eso va perdido... los humanos somos altamente incomprensibles, con mucho marañas de pensamientos cambiantes, como el dia y la noche! Asi de rapido a veces. Saludos!